Un día, a pesar de ser un ateo convencido, ore a Dios. Más o menos mi oración fue así: “Dios tengo el convencimiento absoluto que Tu no
existes, pero por si acaso existieras, cosa que dudo, no es deber creer
en Ti, pero si es Tu obligación revelarte a mí”. Sí, yo era ateo, pero eso no traía paz a mi corazón.